Ayer
estaba leyendo sobre “vigilar” mi espiritualidad con oración. Uno puede caer
muy fácil si no tiene un compromiso con uno mismo y con Dios de que ya no
volverá a caer en un pecado que batalla contra nuestra alma.
Me imagino esto:
Yo sé que es peligroso ponerme frente a un carro que va a 120 km/h en la carretera, y obviamente no me pondría frente a uno. Lo interesante es que sí me pondría en situaciones espiritualmente peligrosas sin ningún tipo de precaución o preocupación.
Me imagino esto:
Yo sé que es peligroso ponerme frente a un carro que va a 120 km/h en la carretera, y obviamente no me pondría frente a uno. Lo interesante es que sí me pondría en situaciones espiritualmente peligrosas sin ningún tipo de precaución o preocupación.
Qué
tonto, ¿no?
Soy
un tonto si me paro frente a un carro en la carretera, pero si ando buscando ir
a fiestas, para tomar, fumar o estar con alguna muchacha entonces soy maduro…
Nos
pasa esto porque no sabemos qué tan malo es el pecado. El pecado es tan malo que Cristo tuvo que venir al mundo y morir para
poder librarnos de su poder. Pues es tan fuerte que es imposible para
nosotros romper sus cadenas, sólo Cristo pudo hacerlo.
Así
que, haz un compromiso de ya no volver a caer en ese pecado. Dios nos perdona
cuando pecamos, pero date cuenta que el pecado nos lastima y nos aleja de Dios
por la vergüenza de haber pecado contra Él.
Pelea violentamente contra el
pecado.
La
oración es el arma poderosa que nos ofrece Dios para combatir contra él. No lo
desperdiciemos.
Entonces,
¿ya te comprometiste con Dios?
“Velad y orad para que no
entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es
débil”. Mt.
26:41